lunes, 23 de febrero de 2015

David Bisbal – Bulería (2004)



Hace poco llegué a la conclusión de que hay cuatro maneras de triunfar en el mundo del arte: estar bueno/a, tener talento, ser judío/a, o saber darle a tu público lo que quiere. Y como mi atractivo es peculiar, mi talento se perdió por el camino, y no me apellido Fleischmann, pues solo me queda una salida; así, cuando oí a algunas amigas decirme “mucho darle caña al Busta, ¿pero por qué él, y no el ricitos de oro?”, pues solo me quedaba una salida, porque tenían razón.

En un primer momento decidí criticar el debut, como en el caso de su tocayo. Luego me eché para atrás, porque “Ave María” es obra de Satanás, y por muy abyecta que resulte, soy incapaz de meterme con ella. Así que, qué demonios, vamos a escuchar a este chico en siendo ya un artista “consolidado” que incluso (¡incluso!) se estrenó en la composición colaborando en dos temas del disco.

“Bulería” no es uno de esos temas, obviamente. Tiene un comienzo absurdamente rompedor, con cante jondo así de puños apretados, palmas y cosasdesas tan del sur. Y llega el Bisbi. A lo loco por la vida. Vocalizando asín mucho fuerte, como si fuera Bunbury. Y tocando una extraña variedad de tema, que va desde las transfusiones de sangre de sus compatriotas a amores a primera vista, pasando por posesiones demoníacas*. Y naufragios de barcos, y tal. Con un ritmo muy aselerao y cambios de tercio que ríete de Iron Butterfly.

(*Acabo de ver un vídeo que pretende demostrar que esta canción y Bisbal son satánicos, y he muerto de la risión, porque no sabía de su existencia cuando hice el chiste).

Por cierto, el momento “ya no quiero vivir solito” es tan ridículo que me dan ganas de cortarle el pelo al chaval como castigo. Bueno, chaval. Que tenía ya 25 años el colega. Y decía “solito”. No me jodas, Maribel.

Después del número 1, como bien sabéis, viene el 2. Y el 2 es un número par. Y como parece ser ya una costumbre entre los triunfitos de estos años, los números pares implican canciones moñas. Dicho esto, “Permítame Señora” es basura desde su título. Y… y… yo que sé, no quiero analizar esto. Ha dicho “vientre”. Cada vez me sabe más a pan. Digo, cada vez me recuerda más a Bunbury. Y la está tratando de usted… ¿de qué va esta mierda? Por lo poco que estoy entendiendo va de… va de…

Joder, que va de lo que creo. Que está el tío tirándose a una tipa y le escribe la canción a la madre de la susodicha para decirla que no se la puede tirar a ella también. What.

Y sí, he tenido que buscar la letra. Primer triunfo del Busta sobre el Bisbi: al primero se le entendía. Al ricitos, entre que tiene acento de Almería (cosa que está bien, le da más personalidad y carisma a su voz que la que tenía Bustamante), que vocaliza a lo loco porque sí, y que canta como si fuera gilipollas (como si fuera Bunbury, vaya, lo repito por enésima vez), pues no le entiendo una mierda. Y eso me mosquea.

Los anuncios que me saltan en Spotify son de Gran Hermano VIP. Ya me han calado, maldita sea. En fin, volvamos al disco, que no duela esto más tiempo de lo que sería sano, que es cero.

Tercer tema. Tema impar. “Oye el boom”. El título ya promete lo que da. Ardor de estómago, concretamente. Desde el primer instante ya recuerda al tema homónimo al disco, pero así como más cañero incluso. Algo me dice que esto podría ser himno de la Vuelta ciclista a España mientras Bisbi se va “muriendo poco a poco”. Mola mucho como alarga esas vocales del final, como encadena el “¡búm, búm, búm!”, como da golpes de voz en las sílabas (“dón!dés!tás!, tan solo dame un pó!có!más!”, y como guturaliza la voz de manera chunga a ratos. La verdad es que este tema es la risión. No, en serio. Ese “me envenena” rasgadísimo seguido del “pasión” alargado con un falsete a lo Rob Halford. Los momentos en que canta en idioma raro o vete tú a saber. El solo de guitarra eléctrica. El puto solo de guitarra española a lo Paco de Lucía… De veras, este tema es el culmen de la música latina. Y su videoclip (la mitad de temas del disco tienen videoclits, y vienen a ser tós iguales) donde nos excita bailando en estado de embriaguez desnuda a lo Tarzán en una playa, como tanto le gustaba a él... Uff.

No lo he comentado, pero las metáforas y figuras literarias que utiliza son la obviedad. Y el productor (y principal compositor) es Kike Santander, que básicamente ha trabajado con todo el mundo. Busta incluido.

Paridad y moñez protagonizan “Esta ausencia”. Con ese título, lógico. Voy a empezar a comentar esto de forma más somera, que llevamos solo cuatro temas y me alargo la vida. Básicamente las guitarras españolas pululan aquí sin mucho concierto en algo que va de almas que se desangran, senderos que se desandan y una ausencia “TAN GRANDE, TAN DURA, TAN HONDA”. Así, como las motos, llenándote la boca. Como si hablaras de la Roma de la Eneida, máh o menoh. Se viene muy arriba todo, es epiquísimo esto. Me va a emocionar y todo. Sería triste si no fuera tan descaradamente pretencioso y trascendental.

Es sorprendente cómo hasta ahora todos los temas estaban entre 4:10 y 4:45, y cómo siguen estándolo. “Como olvidar”, además, empieza con unos “o oee oe ooee oé o”, que luego usa mucho, y que no sé si vienen de “Oliver y Benji” o qué. Es tema impar. Cañero, por tanto. No me estaría riendo tanto de no ser exactamente la misma estructura que usaba el Busta. La predecibilidad es divertida. Y eso. Que “té, qué. Tirriquitín”.

El problema es que es tan predecible que es todo lo mismo, y me estoy quedando sin chistes. ¿Cuántos chistes se pueden hacer sobre 12 canciones que son, básicamente, tres variaciones sobre lo mismo? Pocos, os lo aseguro. Pero aquí seguimos.

Pero ojo, OJITO, OJO, con “Me derrumbo (Crumbling)”, el primer tema del trabajo donde el Bisbi mete la zarpa en la composición. Un tema moñas tenía que ser, obviamente, porque así nos da más grimita, o algo. Eso sí, antes de pasar, voy a agradecerle que haya dicho eso de “esta eteeeeeerrrrrrrna aaaaaansiedaaaaaad” (asín, con r suave), porque me ha hecho descubrir fonemas que no sabía ni que existían en las formas de comunicación en el orden de primates.

Eso era una adaptación, o algo, por cierto. Pero a nadie le importa, porque llega “Camina y ven”. Cañera. Con trompetas mariachis y “lereleres”. Por un momento podría haber sido la primera canción no de amor del trabajo, pero qué coño, es Bisbal, no va a decepcionarnos a estas alturas. Además, seguro que nadie ha rimado “querer” con “mujer” y “piel”. Jamás. JAMÁS. EN TODA LA HISTORIA DE LA MÚSICA.

Ni han dicho “Ey. Eyeyey. Eyeyey” 20 veces porque suena divertido. No, ahora en serio, creo que en esta horterada sí ha sido pionero, a su manera.

Hay algo en este tema que me recuerda siniestramente a “Yo tengo mi pompón” de Maria Figueroa, y eso no es bueno.

Oh, dios, y ha rimado “vendrás” y “amarás”. Me cago en el pandeísmo multiversal, que el hijoputa me está rimando futuros descaradamente. Estoy tan cabreado que este es el cuarto párrafo donde destripo la misma canción.

Y HA HABIDO UN CORO HACIÉNDOLE DE APOYO Y DICIENDO “OLÉ”. MATADLO, JODER.

Me sereno, pero solo porque llega “Se acaba”, y por un momento sueño que la octava pista es profética sobre el disco. Pero no. Es el tema moñas par por excelencia. Mira, ni me voy a fijar en de qué habla. Si es que es evidente, coño. Y la trascendencia falsa, las metáforas horribles, el repetir “amor” y “eternidad” veinte veces… Si es que ya me lo sé, Bisbi, ya me lo sé. Que al menos Alex Ubago… Hostia, hablando del llorón excelente, esta canción tiene momentos que plagian a lo bestia el “Sin miedo a nada”. Que al menos era potable, a pesar de su tremenda moñería.

Voy ya por la tercera maldita página de la crítica, y esto sigue como si nada. Pero con un poco de suerte, “Ángel de la noche” será el momento satánico infernal heavy que estábamos esperando…

Pues no, es sobre una tía. Está extrañamente estresado al cantar esto, pero como rima “oscura” y “locura” es que me da igual todo. Es que ni un segundo más de atención, Bisbi. Cuando te lo curres más, hablamos.

Bueno, bueno, bueno. ¿Recordáis aquel hortera “Cuando hacemos el amor” del Busta? Pues Bisbal tiene aquí el suyo propio, con “Desnúdate mujer”. Canción que, para más inri, es la otra de las pseudo-compuestas por él mismo. Ya para empezar el piano es demasiado Lucie Silvas, y eso no ayuda, da igual que seas hombre o mujer. Y para seguir… es una canción sobre puto sexo donde, además de lo obvio, aparecen las palabras “infiel”, “amanecer”, “piel”, “ser”, “beber”, “entregar”, “santidad”, “robar”. Colección de clichés, vaya. Eso sí, es muy divertido escuchar el momento “conocerás (el)la libertad”, cuando intenta meter en un verso muchas más sílabas de las que caben cuando se canta como cantan los humanos.

Que todo ha sucedido sin sentido y sin razón, dice el jodío. Quía razón lleva. Porque ni sentido ni razón ha tenido nada hasta ahora, ni los tiene tampoco “Condenado a tu amor”, primer tema que rompe la tradición par-impar para debatirse entre la empalagosidad absoluta de su espíritu y una música que intenta, a ratos, darle más marcha a la cosa. Y fracasa por completo. Porque dice “prisionero del tiempo”. Y eso es garantía de fracaso.

Moñería, moñería, tan dentro del alma mía… Vale, ya paro. Pero es que se lo estaba buscando, y lo sabéis. Porque además ha reservado el tema sobre Almería, patria querida, para la última canción. “Amores del sur” compensa que dejó en un tema impar lo de ser moñas, y es lo cañero que faltaba para la proporción perfecta. Las rimas son obvias. Las sílabas las pronuncia como le sale de su chumino sureño. Bailoteo, labios y… en fin. El resto os lo imagináis. Enrique Iglesias no ha inventado nada. “Ay, ay, ay ay. Ay, ay, ayayayayayaaaaaayyyyy!!!!!!!”, mientras guitarras eléctricas hacen… cosas.

Y ya. He sobrevivido, regaladme algo. Un directo de Bisbal en el Teatro Real, por ejemplo. O un carnet de comunista. Lo que sea, pero regaladme cosas, que me he sacrificado fuerte para traeros esta abominación.

¿Sabéis que en la portada del single de “Bulería” se marca un Tino Casal? Es fastuoso.


¿Por qué me recuerda tanto este chico a Tarzán, en serio?

Allez-y, mes ami!

Buenas noches, y buena suerte.

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¿Tengo que escuchar esto?: la duda ofende.

Si solo tuviera que escuchar una canción: considero que “Oye el boom” es perfecta, y a muchos niveles además. A todos los niveles, mejor dicho.

¿Dónde debería escuchar esto?: en el súh donde nasí.

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: su debut, “Corazón latino”, es otro clásico. Y hace pocos poquitos días te reseñé también la opera prima de Bustamante. Y Civera, Chayanne y Enrique Iglesias dan vueltas por ahí por algún sitio.

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2 comentarios:

  1. Pregunta, ¿Mejor que el Busta?

    Zlatan

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    1. Ya me han hecho esa pregunta por ahí... Depende de qué consideremos "mejor". El Busta es más sosete y ramplón, y más tipo, así que te echas menos unas risas con él, la verdad. Pero también es cierto que no hace cosas tan tan abyectas como el Bisbi, y que en general lo que hace es más decente.

      Aunque vaya, que "Ave María" sigue teniendo mi alma atrapada en un bucle infernal, yo lo siento. En ese sentido, disfruto más escuchar a este señor, porque me río mucho más. De él y de mí mismo.

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